Luego de evaluar los patrones de conducta ansiosa en ratas, una investigación científica realizada en los laboratorios del Instituto Nacional de Salud (INISA) determinó que los animales en aislamiento son más ansiosos que aquellos que permanecen en un ambiente enriquecido.
Así lo dio a conocer Sofía Salas Castillo como parte de los resultados de su investigación, de tesis de maestría en Ciencias Biomédicas, con énfasis en Bioquímica y Fisiología Celular, sobre la expresión de los genes BDNF y CRF en ratas sometidas a pruebas de condicionamiento al miedo.
Según lo expresó en la prueba de condicionamiento al miedo las ratas que permanecieron en un alojamiento enriquecido tenían una mayor memoria emocional, es decir, ante el peligro se mantenían quietas, mientras que aquellas que habían permanecido en aislamiento, se seguían moviendo.
“El objetivo de la investigación era ver la expresión de los genes BDNF y CRF en hipocampo y amígdala a causa del alojamiento diferencial en ratas y como esto afecta conductualmente la ansiedad y el miedo”, explicó Salas Castillo, quien recalcó que la memoria emocional tiene un papel importante en el desarrollo de las enfermedades neurodegenerativas
El hipocampo es un centro de memoria y aprendizaje, además está relacionado con la memoria de corto plazo. Asimismo, la amígdala es la encargada de responder ante los estímulos de riesgo o de amenaza.
La investigadora determinó que las ratas del alojamiento enriquecido invierten más tiempo acicalándose y recorren menor distancia en relación con las que se mantuvieron aisladas, es decir, son menos ansiosas.
Los genes analizados en la investigación se relacionan con la memoria emocional. Por ejemplo, el gen CRF favorece la actividad sináptica, incrementa en situaciones de estrés y aumenta la expresión de BDNF. Por otro lado, BDNF favorece la plasticidad sináptica y es clave en la formación de la memoria emocional.
La conducta de los animales registrada durante las pruebas concuerda con lo que se reporta en la literatura, sin embargo, este estudio determinó que existe una diferencia en los resultados de expresión genética.
Esto se debe a que generalmente las pruebas de expresión genética se realizan inmediatamente después de las pruebas de conducta, y en este caso la investigación midió los efectos del alojamiento y no los de las pruebas de conducta.
Pruebas realizadas
Al iniciar la investigación los animales fueron sometidos a una prueba de campo abierto y de laberinto elevado en cruz. Posteriormente, se separaron en alojamientos diferenciales; uno de enriquecimiento, uno de control y otro de aislamiento.
El alojamiento enriquecido consiste en una caja grande, con juguetes, donde a diferencia del aislamiento, hay más de un animal para propiciar la interacción.
Al concluir el primer mes se hizo otra prueba de campo abierto. Posteriormente, en el segundo mes se hizo toda la batería de pruebas; prueba de campo abierto, de laberinto elevado en cruz y de condicionamiento al miedo. Es así como a los cinco días de estas pruebas se hicieron los análisis de expresión genética.
La prueba de campo abierto se utilizó porque aporta información de exploración y habituación, es típica para medir patrones de ansiedad y locomoción. Además, da información del grooming o acicalamiento, y el rearing o exploración en las dos patas traseras del animal, explicó la tesiaria.
Por otro lado manifestó que la prueba de acondicionamiento al miedo consiste en aplicar un sonido y estímulo adverso; como lo es un shock eléctrico. Así aunque la rata solo escuche el sonido, va a responder con ansiedad.
El estudio de Salas Castillo determinó que el gen BDNF se presenta en mayor cantidad en las ratas con alojamientos enriquecidos. Sin embargo, la expresión en amígdala de este gen es la misma tanto en ratas en aislamiento, como en ambientes enriquecidos.
La presentación de estos resultados se llevó a cabo el 24 de abril, en el Instituto de Investigaciones en Salud, como parte del programa anual de conferencias científicas.
Kátheryn Salazar Zeledón